Honor, Razón y Acción
  Revision historica
 

Salvador Allende: ¿Mártir de la democracia?
 
En este artículo vamos a exponer como actuó el Gobierno de Salvador Allende durante los años que estuvo en el poder, para tratar de hacer ver a nuestros lectores que este personaje no es el “mártir de la democracia y estadista de talla internacional” que los medios de comunicación nos hacen creer. No es nuestra intención con este artículo apoyar el sistema implantado por el General Pinochet, ya que este estaba basado en un capitalismo neoliberal de derecha dominado completamente por los economistas de la Escuela de Chicago.
 
El verdadero golpe de estado que se produjo en la década de los 70 en Chile fue el de Allende y estaba dirigido contra el orden constitucional. Salvador Allende, Doctor y maestro de una Logia Masónica, acumuló poderes dictatoriales ilegales para el Ejecutivo, permitió las ocupaciones ilegales de propiedades, autorizó la formación de grupos paramilitares dentro y fuera del gobierno, tolero los ataques contra la Corte Suprema y obstruyo el sistema judicial.
La gran mayoría de los chilenos, argentinos y europeos, desconocen que Allende fue definido como un tirano por el mismo Congreso que lo había elegido
La Cámara de Diputados de Chile escogió a Salvador Allende como presidente del país después de haber conseguido su promesa de respetar la constitución el 24 de octubre de 1970. Pasados treinta y cinco meses, el 22 de agosto de 1973, la Cámara de Diputados de Chile pronunció una severa censura contra el presidente Allende. Fue acusado de “violar la constitución, la ley y el orden para instaurar un sistema totalitario; de haber hecho de la violación de la constitución y la ley un sistema permanente de conducta; de violar los derechos civiles de los ciudadanos de la República y permitir y apoyar la creación de poderes paralelos ilegítimos que constituyen una grave amenaza para la Nación.”
La resolución condenaba a Allende por violar sistemáticamente los derechos de propiedad privada en su afán de ayudar y apoyar las más de 1.500 tomas ilegales de propiedades agrícolas, así como los cientos de tomas de establecimientos industriales y comerciales. También le condenaba por perseguir a los opositores de su gobierno con arrestos, sentencias de prisión y mediante la tortura; mientras permitía que bandas armadas adictas a su régimen aterrorizaran a la población civil. Otra parte de la resolución denunciaba las clausuras ilegales de medios de comunicación y el no respeto de los derechos de los trabajadores y sus sindicatos, al emplear medios ilegales de represión contra ellos.
En agosto de 1973, la producción de Chile se había colapsado y se formaban largas colas para comprar los artículos básicos; las empresas nacionalizadas registraban grandes déficits, los cuales eran cubiertos con emisiones de dinero, lo que condujo a una inflación anual del 300%; el país estaba convulsionado por las huelgas y la mayoría de productos solo se conseguían en el mercado negro.
La base del poder de Allende residía en Unidad Popular, el partido que había ganado el 36% de los votos, y en su ejercito privado de grupos paramilitares. De forma paralela al gobierno, por todo el país operaban contingentes armados pertenecientes a los partidos que lideraban la coalición gubernamental: los Partidos socialista, Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el cual llegó a ser el líder de la fuerza paramilitar, jactándose de contar con 30.000 miembros en su apogeo. Allende también tenia una guardia pretoriana de doscientos guerrilleros bien entrenados y armados, pertenecientes al MIR y al Partido Socialista, así como con la ayuda de mercenarios extranjeros, principalmente cubanos.
La estrategia de Allende consistió en realizar un ataque simultaneo contra todas las instituciones: la propiedad privada, el poder judicial, el parlamento, la policía, el ejercito, los medios de comunicación y la constitución.
Poco después de asumir su cargo Allende indulto a 43 criminales que estaban en la cárcel por diversos crímenes tales como robo a mano armada a bancos y asaltos armados a fundos. Lo justificó diciendo que eran “jóvenes idealistas”...
Durante la era de Allende, las bandas izquierdistas paramilitares cometieron más de cien asesinatos. Los ataques al Poder Judicial no se limitaron solo a palabras, ya que los jueces sufrieron atentados con bombas, secuestros y amenazas contra sus vidas. Allende lo consideraba un obstáculo para sus planes, ya que la ley los obligaba a pronunciarse contra las ocupaciones ilegales de tierras y a enjuiciar a quienes cometieran actos criminales. En 1973 existían 7.000 órdenes de arresto pendientes contra sospechosos identificados y cuyos domicilios eran conocidos, pero el Gobierno de Allende ordenó que estas decisiones judiciales no fueran acatadas.
El objetivo que perseguía con la toma forzada de propiedades era la destrucción de la clase media, ya que pensaban que una vez eliminada esta desaparecería cualquier resistencia a la revolución. El gobierno estaba facultado para expropiar tierras que, a su juicio, no estuvieran bien explotadas, y como esta decisión tenia una carácter subjetivo, Allende no tardó en hacer uso de estas facultades, expropiando 5,6 millones de hectáreas. Simultáneamente, las bandas armadas organizadas por el MIR, los socialistas y los comunistas emprendieron su propia “reforma agraria” conocida como ‘las tomas’, apoyada en la violencia. Centraron sus acciones en las explotaciones más pequeñas, ya que no podían ser expropiadas bajo ninguna ley. De este modo, tomaron ilegalmente por la fuerza más de 2.000 explotaciones, cuya extensión era generalmente inferior a 40 hectáreas. La Corporación de Reforma Agraria (CORA), dirigida por el Estado, se alió con los que tomaban las propiedades por medio de las armas, por medio de una connivencia que consistía en que cuando uno de estos grupos asaltaba un fundo y expulsaban a los dueños, la CORA nombraba al grupo asaltante como “interventor”, un ‘status legal’ que otorgaba a los usurpadores el control de todo lo que había en el fundo: maquinaria agrícola, cuentas bancarias y suministros. Como es natural esta situación genero un odio profundo entre los dueños de la tierra, ya que muchos de ellos habían invertido todo lo que tenían en sus tierras y habían trabajado la tierra durante décadas y ahora lo perdían todo sin que el gobierno ni la ley les amparase.
Debido a esta política, la producción agrícola se colapsó a medida que desaparecía la protección de los derechos de propiedad, y a mediados de 1971 ya había escasez de carne y productos de primera necesidad tales como pan, queso, aceite de cocina, arroz y café. Durante los años de Allende, era común, ver la tierra arada, pero sin plantar, abandonada y erosionándose.
Los campesinos se convirtieron en trabajadores del estado, agrupándose las explotaciones en ‘Centros para la Reforma Agraria’, a los que el estado prometio suministrarles semillas, ayuda técnica y equipo para que la tierra produjera, pero en lugar de esos, como el periodista Hernán Millas investigo en 1973, las tierras expropiadas por el Estado y sus bandas paramilitares pasaron a ser centros de adoctrinamiento marxista y escuelas de guerrillas, en donde los campesinos eran entrenados en las tácticas de la guerra insurgente. Los ‘nuevos dueños’ no sabían nada del cultivo de la tierra, y, mientras los alimentos escaseaban, ellos estaban ocupados transformando a los campesinos en reclutas para un ejercito revolucionario.
La industria también sucumbió bajo el feroz ataque de Allende, debido a una ofensiva contra la propiedad privada industrial que comenzó nada más asumir su cargo. Empezó expropiando las empresas extranjeras, y después a través de la Corporación de Fomento de Desarrollo compro la mayoría de las acciones de las empresas privadas, creando un holding nacional del Estado. Este mismo método se aplico para expropiar el sistema bancario, aunque esta vez fueron los banqueros que tras las coacciones vendieron sus acciones al gobierno.
Otra forma de controlar las empresas privadas fue infiltrar trabajadores pertenecientes al MIR o a otros partidos de la coalición gubernamental para que hicieran agitación entre los trabajadores y que estos pidiesen la expropiación extralegal inmediata. Con estas tácticas Allende consiguió expropiar más de 500 grandes empresas y cientos de compañías pequeñas, pero como los expropiadores resultaron ser pésimos administradores, al estar imbuidos por las teorías del comunismo, la producción cayó. Del mismo modo que en el campo, las empresas se convirtieron e centros de adoctrinamiento político. En septiembre de 1973 las guerrillas en Santiago de Chile habían formado once “cordones industriales” termino que denotaba los grupos de empresas ‘estatalizadas’ unidos con las poblaciones que las rodeaban, donde todas las industrias estratégicas y servicios públicos como la electricidad, el gas, las telecomunicaciones y el agua eran controladas por fuerzas paramilitares marxistas.
Allende repartió el control de las empresas nacionalizadas entre los partidos políticos de su coalición gubernamental, siendo los comunistas y socialistas los que recibieron la mayoría de las empresas; esto creo disputas entre los partidos, dado que los partidos pequeños pedían más expropiaciones, ya que de este modo sus lideres pretendían reforzar su imagen y dar trabajo a sus seguidores. En esta situación los déficits de las empresas estatales crecieron hasta alcanzar una cifra superior a los 500 millones de dólares USA en 1973. En septiembre de ese mismo año el diario ‘La Prensa’ de Santiago publicó que el gobierno había tenido que importar productos comestibles básicos por valor de 600 $ que hasta entonces no habían sido capaces de producir las explotaciones nacionalizadas. Ante esta perspectiva entre 1970 y 1973 20.000 personas huyeron de Chile.
Las que se quedaron tuvieron que sufrir los desabastecimientos; el levantarse a las cinco de la mañana para conseguir pan negro hecho con maíz de baja calidad, el cual se usaba para alimentar al ganado; la reducción del valor real de los salarios a la mitad; y a comprar productos que no necesitaban con la esperanza de poder intercambiarlos en el mercado negro.
Frente a esta situación las mujeres fueron las primeras en reaccionar. El 1 de diciembre de 1971, miles de mujeres protagonizaron una ‘cacerolada’ en las calles de la capital exigiendo el fin del desabastecimiento de alimentos, pero fueron atacadas con palos con cuchillas de afeitar insertadas y cadenas por las brigadas de los partidos mirista, socialista y comunista. La policía no acudió en su ayuda, al contrario, utilizo gases lacrimógenos contra ellas y arrestó a 187 participantes en la protesta... Otro ejemplo más de las bondades de este ‘mártir de la democracia’.
Para hacer frente al desabastecimiento se potenciaron las Juntas de Abastecimientos y Precios, que impusieron las cartillas de racionamiento. Este sistema fue dirigido por el Partido Comunista y lo aprovechaba para recopilar información sobre el número de personas que vivían en cada hogar, sus edades y filiación política. En octubre de 1972 hubo una huelga general de camioneros privados, de comerciantes, empleados de oficina y colegios profesionales de médicos, abogados, dentistas e ingenieros. Esta huelga contra el gobierno duró varias semanas. En enero de 1973 el gobierno de la Unidad Popular anunció una ‘toma revolucionaria del sistema educativo’, por la cual los colegios privados dejaban de existir y todos los niños tendrían que estudiar en un centro estatal diseñado para “ayudar a consolidar el socialismo en Chile”, lo cual fue percibido por una parte importante de las familias como un atentado al derecho a educar a sus hijos según sus deseos y como una estrategia para adoctrinar a sus hijos. El 6 de septiembre de ese mismo año Allende anunció el gran logro de su gobierno “No tenemos ni la más mínima cantidad de harina, sólo para tres o cuatro días”.
El 11 de septiembre de 1973, con el país en caos y la Guerra Civil en el aire, las Fuerzas Armadas intervinieron para derrocar a Allende, tras lo cual llegó al poder Augusto Pinochet.
Ante el fracaso que supuso el gobierno de Allende el comunismo respondió con toda su maquinaria de propaganda, encabezada por Radio Moscú y seguida al pie de la letra por exiliados chilenos en todo el mundo, izquierdistas internacionales de todos los colores, periodistas y supuestas organizaciones de derechos humanos. Así, Salvador Allende, el cual había destruido la economía chilena, su democracia, y dirigido y consentido graves crímenes contra su pueblo y los derechos humanos, llegando a ser censurado por la propia Cámara de los Diputados, era ahora retratado como un mártir de la democracia que había dado grandes beneficios a los trabajadores. Otra mentira una y mil veces repetidas es que Allende fue asesinado en los combates que se produjeron en el asalto al Palacio de la Moneda. El 12 de septiembre de 1973 el Times de Londres informó en portada “El Dr. Allende se suicida mientras el Ejército ataca el palacio y anuncia el control de Chile”. Su propia mujer unos días después de su muerte reconoció que su marido se suicido “con una subametralladora que le había regalado su amigo Fidel Castro”, para posteriormente cambiar la versión y afirmar que había sido asesinado. La señora Allende, y posteriormente su hija Isabel, se convirtieron en celebridades internacionales, dando conferencias por todo el mundo hablando de lo bueno que había sido el Dr. Allende y cuanto había hecho por los trabajadores. Esto no deja de ser cómico, ya que en 1973 hacia tiempo que estaban separados. Allende pasó la ultima mañana de su vida con su amante Miria Contreras, y durante su vida no se limitó a una sola aventura extramarital, sino que sentía una verdadera debilidad por las mujeres. Mientras tanto la señora Allende pasaba mucho tiempo en Europa, alejada voluntariamente de su infiel marido...
Las bandas paramilitares que operaron en el Chile de la era Allende no dejaron de actuar tras su muerte. El MIR siguió actuando realizando actividades terroristas y robos que dejaron, según estimaciones mínimas, 90 muertos y 270 heridos. En los años 80 el Partido Comunista creó el Frente Manuel Rodriguez, el cual llevó a cabo 243 atentados terroristas, incluyendo atentados con bombas, asesinatos y emboscadas a la policía y fuerzas armadas. En estos atentados murieron 79 personas y 380 resultaron heridas. Tras la retirada del General Pinochet y la llegada de la “democracia” a Chile no cesaron las acciones de estos grupos reconvertidos en el FMR-Autónomo.
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